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El dolor es una emoción


Y no me refiero al dolor en el sentido de una pena inmensa, sino al dolor físico, como cuando te duele la cabeza, o el cuello, o la panza. ¿Una emoción? El miedo es una emoción, eso lo sabemos. Y se expresa en el cuerpo, como todas las emociones. El miedo no es más que ciertas hormonas (adrenalina, noradrenalina, cortisol) que se dispersan en la sangre y generan cambios en el organismo, cambios diseñados para preparar el cuerpo para huir. Cuando los sensores corporales perciben esos cambios y los informan al cerebro, recién ahí el miedo se hace consciente, pero ya estaba antes en el cuerpo. El enojo, el asco, la ansiedad, todas las emociones corresponden a otras distribuciones de hormonas e impulsos nerviosos, pero también están en el cuerpo antes que en la mente. Son mensajes de nuestro cuerpo. El miedo es el cuerpo diciéndole a nuestra mente "rajá de acá, que esto va a terminar mal". En ese sentido, el dolor también es una emoción. Es el cuerpo diciéndole a nuestra mente "hacé algo, que si no nos vamos a lastimar". Es una más de las emociones "negativas", que encienden alarmas y mecanismos de defensa. Vistas así, las emociones negativas no son algo a evitar o extirpar, como si fueran una toxina o un tumor. Son nuestras amigas. Quieren mantenernos sanos. Debemos honrarlas como consejeras serviciales. Eso sí, si las ignoramos, gritan cada vez más fuerte. Lo que hay que hacer con las emociones es escucharlas. Escuchar el cuerpo, que es donde se expresan. Y luego integrarlas, para que se expresen tranquilas y no anden tirando pataletas. El tratamiento osteopático consiste justamente en eso: escuchar al cuerpo, y luego integrarlo. La osteopatía ayuda a conectarse con el cuerpo y las emociones, y gracias a eso se activan los mecanismos corporales de salud, se liberan tensiones, se mejoran las funciones viscerales, y se serena el dolor.

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