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¿DOLORES O MOLESTIAS QUE NO SE VAN?

​Quizás te resulte conocido. Empieza algo que parece físico: un dolor, una molestia, una sensación. Vas al médico, te hacen estudios, y finalmente te dicen que no tenés nada. O te dicen que tenés algo al que le ponen un nombre, pero que no saben porqué ocurre ni cómo se cura (intestino irritable, fibromialgia, dolor crónico lumbar o cervical, trastornos de ansiedad o ataques de pánico, síndrome de piernas inquietas, trastornos del sueño, síndrome de sensibilidad central, trastornos de la articulación temporomandibular, cataplexia, síndrome facetario). O te dicen que tu problema es estrés. O lo que te recetan son ansiolíticos o antidepresivos. O directamente te mandan a terapia.
Pero vos sabés que sí tenés algo. Pensás que quizás el estrés influya, pero tiene que haber algo más. Además, querés una solución. Y sobre todo, sabés que no estás loc@. El dolor está ahí, en el cuerpo, no lo estás imaginando.
Igual intentás. Capaz que fuiste a kinesio, te hiciste un bloqueo, empezaste a tomar el ansiolítico, capaz que hasta fuiste a terapia, pero no se resolvió nada.

​No desesperes.
Lo que pasa es que la medicina tradicional ve sólo esas dos variables: lo físico o lo psicológico. Pero hay molestias que no son ni físicas ni psicológicas, están justo en el medio, en la relación entre el cuerpo y la mente, y en general tienen que ver con cuestiones emocionales. Las emociones se despliegan a la vez en el cuerpo y en la mente. El miedo es adrenalina y otras hormonas que se desparraman por el cuerpo y generan cambios, más la información que recibe el cerebro de esos cambios y la interpretación que hace de esa información. La relación entre lo físico y lo psicológico está constituido por las emociones.
Los problemas emocionales pueden causar molestias físicas o molestias psicológicas.
Tratando sólo una de las patas del problema, ya sea la física (el dolor, con un bloqueo o con tramadol) o la psicológica (la ansiedad, con clonazepam o psicoterapia), el problema no se resuelve. Hay que tratarlo justo ahí donde los dos mundos se unen, y de manera integral, no con dos artilugios separados (¡tramadol + clonazepam!), sino con un enfoque unificado.
La osteopatía trabaja justo ahí donde el cuerpo y la mente se articulan, y está en la posición ideal para ayudar en estos casos.


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Supongamos que tenés dolor de espalda. Vas al traumatólogo y te dice que tenés lumbalgia y te manda diez sesiones de kinesio.
Imaginate si en lugar de eso se pusiera a trabajar con vos, con tu historia pasada y el estado actual de tu cuerpo, y terminaras descubriendo que tu dolor de espalda viene de la muerte de tu padre en la infancia y cómo resuena en tu cuerpo con una cirugía de hace unos años, y en vez de hacer kinesio podés hacer ahí mismo un trabajo con el cuerpo, el movimiento, la propiocepción, y lográs desarmar mecanismos de protección que ya no te sirven e incorporar en el cuerpo estrategias nuevas.
Tu dolor se iría, sí, y además muchas otras cosas cambiarían en tu vida.

Supongamos que sentís ansiedad, quizás hasta ataques de pánico. Vas al psiquiatra y te receta clonazepam.
Imaginate si en lugar de eso se pusiera a trabajar con vos, con tu historia y tu cuerpo y tus posturas, y terminaras descubriendo que tu ansiedad viene de un embarazo que te dejó resabios en la fascia pulmonar, sumada a una situación que parece que no podés resolver, y en vez de mandarte una droga que te mantiene sedado, ambos encaran ahí mismo un trabajo con el cuerpo, la movilidad interna, los mecanismos de estrés, y lográs desmontar alarmas corporales obsoletas y aprender a sentir de otra manera.
Tu ansiedad se iría, claro, pero muchas otras cosas cambiarían en tu vida.

La idea es simple: tratar la persona, y no el síntoma. Y la persona es todo: cuerpo, mente y alma. Las enfermedades y dolencias afectan nuestras emociones. Las emociones afectan nuestros comportamientos. Nuestros comportamientos afectan el cuerpo. El cuerpo genera enfermedades y curas. Las emociones se despliegan en el cuerpo. Las dolencias modifican nuestros comportamientos y nuestros comportamientos afectan las dolencias.
Todo aspecto de lo que somos afecta todos los otros aspectos, porque somos uno. Separamos aspectos para estudiarlos o para comentarlos, pero somos uno. Unido, inseparable, coherente.
A esta altura, ya todos saben que ciertos eventos emocionales pueden causar enfermedades. Lo que planteo va más allá: toda enfermedad o dolor físico tiene alguna componente emocional y toda condición psicológica o emocional tiene al menos una componente somática, tanto como causa como como efecto.
El cuerpo habla. A veces, sobre todo si no lo escuchamos, el cuerpo habla haciendo síntomas. Un dolor en la rodilla es el cuerpo diciéndonos "ojo acá, cuidá esta parte que noto algo raro".
El ostéopata es básicamente alguien que escucha. La idea es escuchar los tejidos y ayudar a que los tejidos se escuchen. Ver dónde hay tensiones o movilidades afectadas, destrabar los mecanismos de recuperación que estén trabados, entender la historia y la memoria del cuerpo, desmontar estrategias y tácticas somáticas y emocionales que ya no sirven, equilibrar los mecanismos naturales de protección, y adquirir un nuevo paradigma del cuerpo propio.
Los casos que expuse al principio son ejemplos inventados de algo que suele pasar en una sesión. Alguien viene por un dolor o una molestia, y terminamos descubriendo una cadena de lesiones, enfermedades y/o eventos emocionales que confluyen en ese malestar. Y después, desde el cuerpo, trabajamos no los síntomas sino toda esa historia. Las cosas que mejoran son fabulosas.

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​Soy osteópata, y me especializo en dolores o molestias crónicas, o en sensaciones de malestar o desequilibrio que no llegan a ser todavía como para ir al médico, o en condiciones que sospechás que son causadas por cuestiones emocionales o de stress.
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Si fuiste al médico y te dijeron que no tenés nada,
o te diagnosticaron algún trastorno crónico,
o tenés molestias o dolores que no se van,
o simplemente sentís que no tenés ninguna enfermedad pero podrías estar mejor...

La osteopatia te puede ayudar.
Mandame un mensajito.

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